Los maestros de la iglesia

  El objetivo de esta serie de publicaciones es compartir fragmentos de mi lectura en el libro "Historia del Cristianismo, obra completa - Desde la era de los mártires hasta la era inconclusa" escrito por Justo L. González. El libro completo puede ser adquirido aquí: https://amzn.to/3h4GiPf




Quien no ha aprendido la palabra, puede escudarse tras su propia ignorancia. Pero quien la ha escuchado, y persiste en su incredulidad, recibirá más daño mientras mayor sea su sabiduría.
Clemente de Alejandría

Entre el siglo segundo y tercero se encuentran algunos de los más importantes pensadores del mundo cristiano, esto fue resultado de la necesidad de hacer frente a las herejías y también de los puentes y nexos que se establecieron entre la fe cristiana y la culura de la época.

Es importante tener presente que durante el comienzo de la fe cristiana los textos cristianos se escribían con el objetivo de abordar temas, cuestiones o problemas específicos de la vida que ellos llevaban. De manera que, es difícil conocer a plenitud su pensamiento. Un ejemplo claro que tenemos en relación con esto lo encontramos en las cartas de Pablo las cuales siempre fueron enviadas para tratar temas específicos (resurrección, moral, convivencia dentro de la iglesia) no con el objetivo de describir la totalidad del pensamiento cristiano. 

IRENEO DE LIÓN


Nacimiento: Asia menor (Probablemente en esmirna), 
Tiempo: cerca del año 130

Discípulo de Policarpo, por razones desconocidas se traslada a Lión (Francia) donde se adhiere a la iglesia, luego es trasladado a Roma donde sigue su proceso de servicio y llega a ser encargado de la iglesia. 

Ireneo era ante todo un pastor. Su interés no estaba en la especulación filosófica, ni en descubrir secretos recónditos hasta entonces desconocidos, sino en dirigir a su grey en la sana doctrina y la vida correcta. El objetivo de sus escritos es principalmente refutar a los herejes e instruir a los creyentes.

Dos de las obras más reconocidas de Ireneo son: La demostración de la fe apostólica (Puede adquirirse aquí) y La refutación de la falsa gnosis, (puede adquirise aquí) esta última mejor conocida como Contra las herejías.

Ireneo tiende a reflejar únicamente en sus obras la enseñanza que ha recibido sin anexar a sus escritos sus propias conclusiones, por esta razón, su lectura tiende a relevar ampliamente lo que era la doctrina y pensamiento de la iglesia de su tiempo. 

El pensamiento de Ireneo de Lión puede ser resumido de la siguiente manera:
 
Dios es un ser amante que crea el mundo y la humanidad, no por necesidad ni por error. 

La creación es resultado del propio deseo de Dios de amar y dirigir. 

El ser humano es la corona de la creación de Dios, el ser humano fue creado libre y también responsable. 

Los ángeles son superiores a los seres humanos de manera provisional, cuando se cumpla la obra de Dios en los hombres estos serán superiores a los ángeles porque gozarán de una comunión superior con Dios debido a la redención. 

La "divinización" es el proceso a través de cual el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, dirigen, instruyen y hacen crecer a los humanos preparándolos para tener comunión más íntima con Dios. 

El propósito de Dios es hacernos semejantes a Él, esto no significa que seremos disueltos en él o que seremos iguales a él. Dios está tan por encima de nosotros que por mucho que crezcamos a su semejanza siempre nos quedará más camino por andar. 

Satanás sintió celos del destino elevado que Dios reservaba para la criatura humana y por eso tentó he hizo pecar a los seres humanos, como resultado del pecado el crecimiento del ser humano quedó torcido y la historia que conocemos hoy ha sido resultado del pecado. 

La encarnación de Cristo no es resultado del pecado, es parte del propósito de Dios para unirse a la humanidad como lo ha hecho en Jesucristo. Por causa del pecado, el propósito de Dios con la encarnación se ha ajustado para traer remedio a la humanidad por su pecado. 

El pueblo de Israel fue escogido para preparar a la humanidad para la comunión con Dios. El antíguo testamento no revela a un Dios ajeno a la fe cristiana, sino que es la historia de cómo Dios continúa sus propósitos redentores después del pecado de Adán y Eva. 

Jesucristo es el segundo Adán porque en su vida, muerte y resurrección se crea una nueva humanidad, y a través de sus acciones Jesús corrige el mal que fue hecho en el primer pecado. Jesús derrota al maligno y nos hace posible vivir una nueva libertad, todos los que están unidos a Cristo con el bautismo, la fe y la comunión se hacen partícipes de su victoria. 

Cuando llegue la consumación final y el reino de Dios se establezca la humanidad redimida continuará creciendo enc omunión con Dios, y el proceso de divinización continuará por toda la eternidad, llevándanos siempre más cerca de Dios. 

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA


Al parecer clemente era natural de Atenas, hijo de padres paganos, pero convertido al cristianismo de forma desconocida. Su interés por el cristianismo lo llevó a buscar quién pudiera enseñarle más, tras un viaje por parte del Mediterraneo, encontró como maestro en Alejandría a Panteno.  

Debido a la persecución del año 202, clemente se vio obligado a abandonar Alejandría y anduvo por varias regiones del Mediterráneo oriental, especialmente Siria y Asia Menor. 

Clemente fue formado en un entorno de mucha filosofía, por lo cual no es de extrañar que su pensamiento revele afinidades con pensamientos filosóficos de su época, además, Celemente no fue pastor, sino maestro y maestro de intelectuales.

Clemente busca ayudar a quienes buscan las verdades más profundas, y convencer a los intelectuales paganos de que el cristianismo no es una religión absurda. 

“Busco conocer a Dios, y no sólo las obras de Dios. ¿Quién me ayudará en mi búsqueda? [...] ¿Cómo entonces, oh Platón, ha de buscarse a Dios?”

El propósito de Clemente es mostrarles a sus lectores paganos que buena parte de las doctrinas cristianas encuentra apoyo en las enseñanzas de Platón. De ese modo los paganos podrán acercarse al cristianismo sin creer que se trata, como decían muchos, de una religión de gentes ignorantes y supersticiosas.

La razón por la que Clemente apela a Platón no es sólo la conveniencia del argumento. Clemente está convencido de que la verdad es una sola, y que por tanto cualquier verdad que Platón haya conocido no puede ser distinta de la verdad que se ha revelado en Jesucristo y en las Escrituras. Según él, la filosofía les ha sido dada a los griegos de igual modo que la Ley les ha sido dada a los judíos. Y tanto la filosofía como la Ley tienen el propósito de llevar a la verdad última, que nos ha sido revelada en Jesucristo. Los filósofos son a los griegos lo que los profetas fueron a los judíos. Con los judíos Dios ha establecido el pacto de la Ley; y con los griegos, el de la filosofía.

Según Clemente un estudio cuidadoso de las Escrituras nos llevará a las mismas verdades que los filósofos enseñaron. Esto se debe a que todas las Escrituras están escritas en alegorías o, como dice Clemente, en parábolas. El texto sagrado tiene siempre más de un sentido. El sentido literal no ha de despreciarse. Pero quien se queda en él es como el niño que se contenta con beber leche, y nunca llega a ser adulto. Más allá del sentido literal se encuentran otros sentidos que el verdadero sabio ha de descubrir.

La relación entre la fe y la razón es muy estrecha, pues una no puede funcionar sin la otra. La razón siempre construye sus argumentos sobre la base de ciertos principios que ella misma no puede demostrar, pero que acepta por fe. Para el sabio, la fe ha de ser entonces el primer principio, el punto de partida, sobre el cual la razón ha de construir sus edificios. Pero el cristiano que se queda en la fe, al igual que el que no va más allá del sentido literal de las Escrituras, es como el niño de leche, que no puede crecer por falta de alimento sólido.

En cuanto al contenido mismo de la teología de Clemente, hemos de decir poco. Aunque él piensa estar sencillamente interpretando las Escrituras, su exégesis alegórica le hace posible encontrar en ellas ideas y doctrinas que vienen más bien de la tradición platónica. Dios es el Uno Inefable, acerca del cual es imposible decir cosa alguna en sentido recto. Todo lo que podemos decir de Dios consiste en negarle todo límite. Lo demás es lenguaje metafórico, que nos resulta útil porque no tenemos otro, pero que sin embargo no describe a Dios.

Este Uno Inefable se nos da a conocer en el Verbo, que les reveló a los filósofos y a los profetas toda la verdad que supieron, y que últimamente se ha encarnado en Jesucristo. Su énfasis en la encarnación del Verbo hace que su teología sea cristocéntrica.

Baste decir que se trata de un tipo de teología cuya preocupación fundamental consiste en construir puentes entre la fe cristiana y la cultura que la rodea. Es una teología construida más para las gentes cultas que para las masas.


TERTULIANO DE CARTAGO



Tertuliano nació en la ciudad africana de Cartago alrededor del año 150. Pero fue en Roma, cuando contaba unos cuarenta años, que se convirtió al cristianismo. Algún tiempo después regresó a su ciudad natal, donde se dedicó a escribir en defensa de la fe contra los paganos, y en defensa de la ortodoxia contra los herejes. Puesto que al parecer era abogado —o al menos había sido adiestrado en la ciencia retórica, y en los procedimientos que usaban los abogados— toda su obra lleva el sello de una mente legal.

En un tratado escrito contra los paganos, y que lleva por título El testimonio del alma, Tertuliano coloca al alma pagana en el banquillo del testigo y, tras interrogarla al estilo de un abogado en un juicio, llega a la conclusión de que aun el alma pagana es “por naturaleza cristiana”, y que si persiste en rechazar el cristianismo ello es por obstinación y ceguedad.

Tertuliano piensa que la promesa bíblica en el sentido de que quien busca ha de hallar quiere decir que, una vez que uno ha encontrado la fe cristiana, toda búsqueda ha de cesar. Para el cristiano, entonces, toda búsqueda es una falta de fe.

Has de buscar hasta que encuentres, y una vez que lo hayas encontrado, has de creer. A partir de entonces, todo lo que tienes que hacer es guardar lo que has creído. Y además has de creer que nada más hay que haya de ser creído, ni nada más que haya de buscarse. (Prescripción, 9.)

¡Miserable Aristóteles, quien les ha dado la dialéctica! Les dio el arte de construir para derribar, un arte de sentencias resbalosas y de argumentos crudos, [...] que sirve para rechazarlo todo, y que en fin de cuentas no trata de nada (Prescripción,7). 


 Tertuliano se opone a toda especulación. Hablar por ejemplo, de lo que Dios puede hacer sobre la base de su omnipotencia, es perder el tiempo y arriesgarse a caer en el error. Lo que hemos de preguntarnos es, no qué podría Dios hacer, sino qué es lo que en efecto Dios ha hecho. Esto es lo que enseña la iglesia. Esto es lo que se encuentra en las Escrituras. Lo demás es curiosidad ociosa y por demás peligrosa.

Esto no implica que Tertuliano no sea capaz de utilizar argumentos lógicos contra sus adversarios. Al contrario, la lógica de Tertuliano es a menudo aplastante, como hemos visto en el caso de la Prescripción. Pero el vigor de sus argumentos se encuentra, mas que en su lógica, en su habilidad retórica, que llega hasta el sarcasmo.

Tertuliano propone su propia formula acerca del modo en que ha de entenderse la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esa fórmula es que hay en Dios “una substancia y tres personas”. La importancia de esto es enorme, puesto que Tertuliano fue la primera persona en referirse a la Trinidad mediante el uso de esta fórmula, que después llegaría a ser generalmente aceptada. Esto no quiere decir, naturalmente, que Tertuliano “inventara” la doctrina de la Trinidad, pero sí que fue él quien creó el vocabulario que a la larga se hizo común.

De igual modo, Tertuliano dijo que hay en Cristo “una persona” y “dos substancias o naturalezas”: la divina y la humana. También esta fórmula, utilizada por primera vez por Tertuliano, vino a ser la fórmula generalmente aceptada para expresar la relación entre la divinidad y la humanidad en Jesucristo.

Por todas estas razones, Tertuliano es un personaje único en la historia de la iglesia. Ardiente defensor de la ortodoxia frente a toda clase de herejías, terminó por unirse a uno de los movimientos que el resto de la iglesia consideraba herético. Y, aún después de hereje, siguió produciendo obras y fórmulas teológicas que serían de gran importancia en el curso futuro de la iglesia. Además, fue él el primer teólogo cristiano que escribió en lengua latina, que era la lengua común en la mitad occidental del Imperio, y por tanto su pensamiento influyó notablemente sobre toda la teología occidental.

ORÍGENES DE ALEJANDRÍA 



El más distinguido discípulo de Clemente de Alejandría, es Orígenes. A diferencia de su maestro Clemente, Orígenes era hijo de padres cristianos. Durante la persecución de Septimio Severo —la misma que obligó a Clemente a abandonar Alejandría—, el padre de Orígenes fue hecho prisionero y sufrió el martirio. Orígenes, que a la sazón era todavía un jovenzuelo, quiso unirse a su padre en la cárcel para sufrir el martirio junto a él. Pero su madre le escondió sus ropas y Orígenes se vio obligado a permanecer en casa, donde le dedicó a su padre un tratado en el que le exhortaba a ser fiel hasta la muerte.

Poco tiempo después de estos acontecimientos, Demetrio, el obispo de Alejandría, puso sobre los hombros de Orígenes, que apenas contaba dieciocho años de edad, la tarea de preparar a los candidatos al bautismo: los “catecúmenos”.

Tras algunos años de enseñar a los catecúmenos, Orígenes se vio en la necesidad de dedicarse a discípulos más adelantados, pues muchas gentes cultas venían a pedir su instrucción.

Por diversas razones, entre las cuales no faltaron los celos, hubo conflictos entre Orígenes y el obispo de Alejandría. El resultado de esos conflictos fue que Orígenes se vio obligado a abandonar Alejandría e ir a vivir en Cesarea, donde continuó dedicándose al estudio y la enseñanza por veinte años más.

Por fin, en tiempos de la persecución de Decio, Orígenes tuvo ocasión de mostrar la firmeza de su fe. Dado el carácter de esa persecución, Orígenes no fue muerto, sino torturado hasta tal punto que, puesto en libertad, murió al poco tiempo. Murió en la ciudad de Tiro cuando tenía unos setenta años de edad.

La teología de Orígenes sigue un espíritu muy parecido al de su maestro Clemente. Se trata de un intento de relacionar la fe cristiana con la filosofía que estaba en boga en Alejandría en esa época. Esa filosofía era lo que los historiadores llaman “el neoplatonicismo”.

“nada que difiera de la tradición de los apóstoles y de la iglesia ha de aceptarse como verdadero” (De principiis, prefacio, 2).

Esa tradición incluye lo siguiente:
 
-La doctrina según la cual hay un solo Dios, creador y ordenador del universo.
-La doctrina apostólica nos enseña que Jesucristo es el Hijo de Dios, nacido antes que todas las criaturas, y que se ha encarnado de tal modo que, al mismo tiempo que se hizo hombre, siguió siendo Dios. 
-Sobre el Espíritu Santo, según Orígenes, la tradición apostólica no está del todo clara, excepto en el sentido de que su gloria es la misma del Padre y del Hijo. 
-El alma ha de recibir recompensa o castigo según su vida en este mundo, y que al final habrá una resurrección del cuerpo, que se levantará incorruptible.

Pero, una vez dicho esto, es necesario señalar que en muchos puntos Orígenes parece ser más platónico que cristiano. Así, por ejemplo, Orígenes niega la doctrina de los gnósticos y de Marción según la cual este mundo ha sido creado por un ser inferior. Pero en fin de cuentas llega a la conclusión de que la existencia del mundo material es el resultado del pecado, y que los propósitos iniciales de Dios no incluían la existencia de este mundo ni de la historia. En esto, Orígenes contrasta con Ireneo, para quien la historia era parte fundamental del plan de Dios. Y en lo que se refiere a la preexistencia de las almas y el ciclo eterno de caídas y restauraciones, no cabe duda de que Orígenes se aparta de lo que ha sido siempre la doctrina de la iglesia.

CONCLUSIÓN GENERAL

En este capítulo hemos visto tres tendencias teológicas distintas. Ireneo es el defensor de la doctrina tradicional de la iglesia, el pastor que se preocupa porque la sana doctrina prevalezca en su iglesia. Tertuliano es también defensor de la doctrina tradicional; pero su propio legalismo en esa defensa le lleva a la larga a romper con la misma iglesia que pretendía defender. Clemente y Orígenes son más pensadores que pastores y, aunque se ocupan de defender la fe frente a los paganos, su verdadera preocupación está en descubrir los secretos más elevados de Dios y de su creación. 

De los tres, es probablemente Ireneo quien más se acerca al espíritu original del evangelio. Desafortunadamente, con el correr de los siglos la teología de Ireneo quedó relativamente olvidada, mientras que el influjo de los otros dos tipos de teología se hizo sentir cada vez más. Empero la exposición del modo en que esto tuvo lugar, y de sus implicaciones para nuestro modo de entender la fe cristiana, cae fuera del ámbito de esta historia, y deberá quedar reservada para un ensayo que proyectamos publicar en el futuro cercano.

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