La iglesia de Jerusalén - Historia del Cristianismo - Obra Completa - Justo L. González (Capítulo 3 ) Citas y Extractos

 El objetivo de esta serie de publicaciones es compartir fragmentos de mi lectura en el libro "Historia del Cristianismo, obra completa - Desde la era de los mártires hasta la era inconclusa" escrito por Justo L. González.

  • El propósito del autor de Hechos no es escribir toda una historia de la iglesia, sino más bien mostrar cómo, por obra del Espíritu Santo, la nueva fe fue extendiéndose hasta llegar a la capital del Imperio.
  • Al intentar reconstruir la vida y la historia de aquella primera iglesia nos encontramos ante una infortunada escasez de datos. Sin embargo, leyendo cuidadosamente el Nuevo Testamento, y añadiendo algunos pormenores que nos ofrecen otros autores de los primeros siglos, podemos hacernos una idea aproximada de lo que fue aquella primera comunidad cristiana.
UNIDAD Y DIVERSIDAD
  • Es error común entre muchas personas el de idealizar la iglesia del Nuevo Testamento. La firmeza y elocuencia de Pedro en el día de Pentecostés nos hacen olvidar sus dudas y vacilaciones en cuanto a qué debía hacerse con los gentiles que eran añadidos a la iglesia. Y el hecho de que los discípulos poseían todas las cosas en común frecuentemente eclipsa las dificultades que esa práctica acarreó.
  • Los doce convocaron a una asamblea que eligió a siete personas “para servir a las mesas”. El sentido exacto de esta función no está del todo claro, aunque no cabe duda de que lo que los doce tenían en mente era que los siete se dedicarían a labores administrativas, mientras ellos seguían predicando.
  • Los judíos “griegos” que se habían hecho cristianos sirvieron de puente a través del cual la nueva fe pasó al mundo gentil, y pronto la iglesia contó con más miembros entre los gentiles que entre los judíos. Por tanto, la mayor parte de nuestra historia tratará acerca del cristianismo entre los gentiles. Pero a pesar de ello no podemos olvidar aquella primera iglesia, de la que nos llegan sólo lejanos atisbos.
LA VIDA RELIGIOSA
  • Los primeros cristianos no creían pertenecer a una nueva religión. Ellos habían sido judíos toda su vida, y continuaban siéndolo.
  • Su fe no consistía en una negación del judaísmo, sino que consistía más bien en la convicción de que la edad mesiánica, tan esperada por el pueblo hebreo, había llegado.
  • La razón por la que Pablo y los demás cristianos son perseguidos no es porque se opongan al judaísmo, sino porque creen y predican que en Jesús se han cumplido las promesas hechas a Israel.
  • Aquellos primeros servicios de comunión no se centraban sobre la pasión del Señor, sino sobre su resurrección y sobre el hecho de que con ella se había abierto una nueva edad.
  • Era costumbre entre los judíos más devotos ayunar dos días a la semana, y los primeros cristianos seguían la misma costumbre, aunque muy temprano comenzaron a observar dos días distintos. Mientras los judíos ayunaban los lunes y jueves, los cristianos ayunaban los miércoles y viernes, probablemente en memoria de la traición de Judas y la crucifixión de Jesús.
EL OCASO DE LA IGLESIA JUDÍA
  • Pronto, sin embargo, arreció la persecución contra todos los cristianos en Jerusalén. El emperador Calígula le había dado el título de rey a Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande. Según Hechos 12:1–3, Herodes hizo matar a Jacobo, hermano de Juan —quien no ha de confundirse con Jacobo el hermano de Jesús— y al ver que esto agradó a sus súbditos hizo encarcelar también a Pedro, quien escapó milagrosamente. En el año 62 Jacobo, el jefe de la iglesia, fue muerto por iniciativa del sumo sacerdote, y aun contra la oposición de algunos fariseos.
  • Los jefes de la iglesia de Jerusalén decidieron trasladarse a Pela, una ciudad mayormente gentil al otro lado del Jordán. Al parecer parte de su propósito en este traslado era, no sólo huir de la persecución por parte de los judíos, sino también evitar las sospechas por parte de los romanos.
  • Los cristianos se confesaban seguidores de uno que había muerto crucificado por los romanos, y que pertenecía al linaje de David. Aún más, tras la muerte de Jacobo el hermano del Señor aquella antigua iglesia siguió siendo dirigida por los parientes de Jesús, y la jefatura pasó a Simeón, que pertenecía al mismo linaje.
  • Frente al nacionalismo que florecía en Palestina, los romanos sospechaban de cualquier judío que pretendiera ser descendiente de David. Por tanto, este movimiento judío, que seguía a un hombre condenado como malhechor, y dirigido por gentes del linaje de David, tenía que parecer sospechoso ante los ojos de los romanos. Poco tiempo después alguien acusó a Simeón como descendiente de David y como cristiano, y este nuevo dirigente de la iglesia judía sufrió el martirio.
  • Carente de relaciones con el resto del cristianismo, aquella iglesia de origen judío siguió su propio curso, y en muchos casos sufrió el influjo de las diversas sectas entre las cuales existía. Cuando, en ocasiones posteriores, los cristianos de origen gentil nos ofrezcan algún atisbo de aquella comunidad olvidada, nos hablarán de sus herejes y de sus extrañas costumbres, pero rara vez nos ofrecerán datos de valor positivo sobre la fe y la vida de aquella iglesia que perduró por lo menos hasta el siglo V.

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